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Criticar a la juventud es algo tan viejo como la humanidad

 

 

Los niños de hoy aman el lujo en demasía. Tienen costumbres detestables, burlan la autoridad y no tienen respeto por sus mayores. ¿Qué tipo de horribles criaturas serán de mayores?”

                                                                                                                             Sócrates (470-399 a.c)

“Los jóvenes de hoy en día sólo piensan en si mismos. No tienen ningún respeto por los padres y los ancianos. Son impacientes y no admiten restricciones. Hablan como si supieran todo, y lo que entre nosotros pasa por sabiduría, para ellos es necedad”

                                                                                                                             Sacerdote del S.XIII

“No tengo esperanza alguna en el futuro de nuestro pueblo si dependemos de la frívola juventud de hoy, porque, ciertamente todos los jóvenes son imprudentes hasta decir basta. Cuando yo era joven se nos enseñaba a ser discretos y respetuosos con los ancianos, pero los jóvenes de hoy son excesivamente irrespetuosos y la impaciencia los atormenta”

                                                                                                                             Hesíodo (700 a.c)

 

Criticar a la juventud es algo tan viejo como la humanidad.

Esta actitud me lleva intrigando desde hace muchos  años que leí  una frase de Ovidio que aludía a esta tendencia del ser humano. Desde entonces estoy muy sensibilizado con esto.

 

Algunos ejemplos actuales

Tengo 38 años y cuando yo era adolescente se hablaba mucho de la “generación X” refiriéndose a la juventud que la conformábamos como   “víctimas del consumismo, emplean casi todo su dinero en el ocio, dejando entrever, además, una cada vez más acusada inmadurez”

Hace un par de años acudí a unas jornadas enfocadas a la prevención del consumo abusivo de alcohol en adolescentes, y los ponentes psiquiatras y médicos de más de 45 años hablaban de la “pérdida de  valores de la juventud actual”

A raíz de la muerte de Gabriel García Márquez leía un artículo en un periódico donde un periodista preguntaba a una docena de universitarios en Alicante si conocían al escritor colombiano. Ninguno de los doce lo conocía. Dicho periodista acaba concluyendo que “La juventud de hoy en día ha perdido el hábito de leer”

A pesar de que soy muy consciente de esta actitud yo también acabo cayendo en ella: Soy un ferviente admirador de la obra de Tolkien. Recientemente hablando con otro admirador de su obra, yo afirmaba: “La juventud de hoy en día a raíz de las adaptaciones cinematográficas se van a perder la magia de las novelas de Tolkien”

Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra…

 

Una explicación de esta tendencia

En mi experiencia con pacientes adolescentes esta crítica aparece muy frecuentemente en los padres,  lo que ha provocado que, aunque no soy antropólogo ni sociólogo, haya elaborado  mi propia teoría al respecto:

 

  • Nostalgia de los tiempos pasados

La personalidad de una persona se conforma en los primeros 6-7 años de vida. Las vivencias que tenemos en estos años se nos quedan grabadas en nuestra psique y van a determinar la manera en la que nos relacionamos con nuestro entorno. Las primeras interacciones con otros niños y adultos, como toda primera experiencia,  siempre se recordarán más intensamente.

Para que te hagas una idea imagínate como es para ti cuando descubres un sitio por primera vez que te impacta y del que nunca has visto fotos o imágenes…O experimentas algo novedoso para ti que nunca has hecho hasta ahora…Probablemente puedes recordar con bastantes detalles todos los estímulos que estaban relacionados, directa o indirectamente, con dicha experiencia.

Para el niño todo es nuevo, está continuamente descubriendo cosas nuevas y todos los estímulos relacionados con estas experiencias (programas de T.V, música, comidas, lugares donde se juega, personas que estaban presentes, etc.) se asocian a estas experiencias quedándose grabadas para siempre.

Por muy desagradable que haya sido tu infancia, si eres adulto y estás leyendo esto significa que las vivencias agradables, aunque menores que las desagradables, han tenido el suficiente peso para que hayas podido sobrevivir

Observas, analizas y juzgas a la juventud teniendo en cuenta que ya tienes un amplio bagaje de experiencias. Es difícil que así nos podamos poner en el lugar del joven, por eso recurrimos a nuestras experiencias más antiguas (que más huella han dejado en nosotros) y las comparamos con las de los jóvenes que, en una sociedad en continuo cambio siempre va a haber diferencias con respecto a la nuestras. La seguridad que nos da el haber pasado por esas experiencias y haberlas superado nos llevan a catalogarlas como mejores que las de los jóvenes.

 

  • Dificultad para adaptarnos a los cambios tecnológicos de una sociedad en continuo cambio

Entiendo que los cambios que se dieron en España cuando yo nací eran radicalmente distintos a los que vivieron, por ejemplo mis padres en los oscuros años 50. No obstante la sociedad está evolucionando continuamente y cada generación se encuentra con novedades a nivel tecnológico que condicionan la manera en las que nos relacionamos con la gente: el automóvil y los medios de transporte a principios de S. XX, la T.V a mediados de S.XX e Internet a principios de XXI.

Cuando estas novedades surgen cuando ya somos adultos no tenemos la capacidad de adaptarnos a los cambios que tienen los más jóvenes. Los niños, que son como hojas en blanco, asimilan rápidamente estos desarrollos tecnológicos que acabarán determinando  la manera en que utilizarán su tiempo libre, en la manera en que se relaciona con sus iguales o en como experimentan los impulsos sexuales.

 

  • Envidia

A la vez creo que en la tendencia a criticar a la juventud hay envidia. La espontaneidad y la libertad que te da la juventud va disminuyendo a medida que vas creciendo y teniendo más responsabilidades. Como adultos hay una añoranza de esta libertad. O de las oportunidades que se nos habrían abierto en nuestra juventud de haber tenido alguno de los desarrollos que se tienen  actualmente.

¿Te imaginas?

Yo que soy un hijo de los 80 donde sólo ponían dibujos animados en la sobremesa de los fines de semana, momento que esperaba con anhelo  ¡Eso de poder ver dibujos siempre que se quiera debe ser alucinante¡

 

 Soy de los que piensan que para comprender las cosas hay que experimentarlas y hay cosas que son difíciles de experimentar, por no decir imposible, por muchos esfuerzos que se hagan. Por ejemplo la experiencia de ser padre si no se tienen hijos; la experiencia de estar embarazada si no se es mujer o la experiencia de ser un hijo adoptado.

Muchos de los comportamientos que tienen nuestros hijos nunca vamos a poder comprenderlos porque nuestro tiempo de vivirlo con la intensidad que lo están viviendo ellos ya ha pasado, nunca vamos a poder experimentarlo de la manera que lo hacen ellos. La capacidad de interacción que proporcionan las nuevas tecnologías, las prácticas sexuales actuales o el acceso a cualquier tipo de  información de manera inmediata que proporciona internet y cómo afecta esto al desarrollo de una persona, me lo tendrán que explicar ellos dentro de 20 años.

Desde la curiosidad podemos intentar entenderlo, preguntarles sin juicio como es para ellos esa experiencia explicándoles cómo eran las cosas en nuestra juventud. Pero no es lo mismo entender desde la cabeza que hacerlo desde el corazón.

En el fondo todo esto sólo es una simple fachada. Lo universal a todas las culturas y a todas las juventudes de todas las épocas es la necesidad de sentirnos escuchados y que se validan nuestros sentimientos; desear pertenecer a algún grupo; la curiosidad y el afán de experimentar; la soledad y lo difícil que es aprender a gestionar nuestras emociones.

Eso lo hemos experimentado todas las personas y desde ahí es muy fácil conectar con la juventud y descubrir que no hay tantas diferencias entre nuestra infancia y la de nuestros hijos.

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