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Los factores en nuestra sociedad que contribuyen a perder el sentido de la vida

 

Según Irvin Yalom uno de los motivos por los que las personas acuden a un psicólogo se debe a la pérdida del sentido de la vida.

 

¿Qué es el sentido de la vida?

Las actividades que proporcionan a los seres humanos un sentido a la vida se caracterizan por ser buenas, ser correctas, son satisfactorias intrínsecamente hablando y no necesitan justificarse en ninguna otra motivación. Algunos ejemplos de esto:

  • Hacer del mundo un lugar mejor para vivir, servir a otros y participar en obras de caridad.
  • La consagración a una causa (familiar, política, de estado, religiosa o ciencia)
  • La creatividad enfocada en el hecho de crear algo nuevo, original, bello y armonioso.
  • La solución hedonista. Vivir con plenitud, conservar la capacidad para maravillarnos ante el milagro de la vida y buscar el placer.
  • La autorrealización, esto es el objetivo final de todo ser humano es realizarse y poner en práctica todas sus cualidades potenciales.
  • La trascendencia de uno mismo. Si durante la adolescencia y la primera juventud, uno se preocupa fundamentalmente por uno mismo para establecer una identidad estable, por desarrollar relaciones íntimas y por desarrollarse en el terreno profesional. Hacia los 40-50 años uno pasa a la etapa en la que puede encontrar significados trascendentes como orientar a las siguientes generaciones.

 

¿Cúales son los factores de nuestra sociedad que contribuyen a la pérdida del sentido vital?

Las personas de la sociedad agrícola preindustrial vivían acechado por numerosos problemas vitales, pero la falta de sentido vital no se encontraba entre ellos. Contaban con múltiples fuentes de significado:

  • El peso de la religión proporcionaba una respuesta tan amplia, que la cuestión del significado quedaba completamente eclipsada. Por ejemplo para el catolicismo el sentido de la vida está relacionado con ganarse el cielo o ir al infierno.
  • Estas personas estaban tan preocupadas por resolver sus necesidades básicas de supervivencia (ej. alimentación o vivienda) que no podían permitirse el lujo de reflexionar sobre el sentido de la vida. La falta del significado de la vida va estrechamente ligado al ocio y a la falta de obligaciones. Cuanto más comprometido se encuentre uno en el proceso cotidiano de sobrevivir, menos sufrirá por la falta de significados.
  • Tenían muchas actividades que proporcionaban un sentido a su vida: 1) Vivían cerca de la tierra, se sentían parte de la naturaleza, su vida giraba alrededor de arar el campo, sembrar, cosechar, cocinar y confiar en el futuro, engendrando y criando hijos. 2) Su trabajo cotidiano era creativo, porque compartían la creación de la vida con los animales y sus semillas. 3) Experimentaban un fuerte sentido de formar parte integral de una familia y de una comunidad donde todos se atenían a sus reglas y funciones. 4) Un trabajo intrínsecamente valioso. Después de todo , ¿quién puede cuestionarse “para que” tratándose del cultivo de alimentos?

 

Pero todos estos significados se han desvanecido en nuestra sociedad. El ciudadano del mundo industrializado y urbano de nuestros días tiene que enfrentarse a la vida sin un sistema de significado cósmico basado en la religión y separado de su articulación con el mundo natural y con la cadena elemental de la vida. Tenemos demasiado tiempo para plantearnos preguntas perturbadoras. Mientras avanzamos hacia la semana de cuatro días y, después de tres días, tenemos que prepararnos para sufrir crisis, cada vez más frecuentes, de significados. El tiempo libre resulta problemático porque nos impone la libertad.

El trabajo ya no nos suministra significados. Ni la imaginación más fértil podría introducir un potencial creativo en muchas de las formas más comunes del trabajo moderno. Por ejemplo, el obrero en una línea de ensamblaje no sólo no tiene ninguna posibilidad creativa en su trabajo, sino que, de manera sistemática, empieza a considerarse a si mismo como un engranaje más de la maquinaria de su fábrica. Además muchos de los trabajos carecen de un valor intrínseco. ¿Cómo pueden los ejércitos de oficinistas, que se mantienen muy atareados en medio de las ruinas del sistema burocrático, pensar y creer que sus actividades valen la pena? Con la explosión de la población y la invasión de los medios de comunicación, ¿cómo puede el individuo creer que al engendrar y crear hijos le está haciendo un favor a alguien, y menos aún al planeta y a la especie humana?

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Extraído de “Psicoterapia existencial” (Pag. 515-535) (Ed. Herder 1984) de Irvin Yalom

 

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