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Una cárcel llamada psicosis

 

Me cuesta mucho escribir sobre las psicosis.

Me resulta muy fácil conectar con personas que tienen algún tipo de psicosis  pero intentar ponerle palabras y hablar desde la razón de un cuadro tan poco lógico me resulta sumamente complicado.

Llevo un tiempo deseando escribir sobre ellas y esta semana que me lo he propuesto seriamente, pero cada vez que lo intento me quedo bloqueado.

Me embarga una sensación de pesadez por todo el cuerpo, pulsar las teclas del ordenador me supone un esfuerzo casi sobrehumano y mi mente se ralentiza como si de un engranaje viejo y oxidado se tratara.

Todos ellos signos que me han relatado una y otra vez personas con algún tipo de psicosis.

Para mi uno de los cuadros clínicos más agobiantes.

 

¿Qué son las psicosis?

Desde que empecé a escribir este blog me hice la firme propuesta de hablar desde mi experiencia como psicólogo, de no escudarme detrás de descripciones científicas o diagnósticos psiquiátricos.

Hay numerosas películas que hablan sobre las psicosis: “Una mente maravillosa”  y “Shutter Island” (Esquizofrenia paranoide), “Donnie Brasco” y “Spider” (Esquizofrenia simple”. De hecho muchas de estas películas están basadas en novelas.

En una psicosis la persona está atrapada en una creencia que, a pesar de las evidencias en contra, vive como si de una realidad se tratara. Una creencia que produce mucho sufrimiento y frustración. En algunos casos está creencia convive con “realidades contrastables” y en otros casos la persona apenas tiene vínculos con la “realidad contrastable”. Su forma de hablar  llama la atención por lo incoherente y disperso que puede resultar, algo parecido a lo que ocurre con su forma de comportarse

 Por otro lado la persona con psicosis está “ralentizada”, le cuesta hacer frases largas, las rutinas cotidianas como levantarse o asearse les supone un esfuerzo y pueden funcionar como autómatas, sin emoción en lo que hacen o dicen.

Algunos episodios psicóticos son transitorios y otros son crónicos.

 

Explicaciones de las psicosis

A priori es uno de los trastornos mentales donde la explicación biológica de su aparición es compartida por la mayor parte de profesionales de la salud mental, independientemente de su formación.

Cuando aparece la sintomatología psicótica en cualquiera de sus múltiples variantes hay casi un consenso unánime que lo único que consigue que remitan estos síntomas son los fármacos (antipsicóticos)

No es infrecuente encontrar historias familiares muy dramáticas previas al nacimiento de estos pacientes: asesinos o asesinatos que se remontan a la generación de abuelo o bisabuelos, secretos y tabús  familiares o relaciones complicadas entre los miembros de la familia.

En este artículo  desarrollo algunas de estas ideas con mayor profundidad

En ocasiones el consumo de sustancias como cocaína, cannabis o alucinógenos puede ser el detonante para que aparezca la psicosis, nunca la única causa. En estos casos conviven la psicosis con los problemas de adicción, donde la persona intenta sobrellevar la psicosis mediante dichas sustancias, es lo que se conoce como patología dual.

Nunca diría que el consumo provoca la psicosis. No es infrecuente que la psicosis aparezca progresivamente, de tal manera que en los primeros compases, no aparezca ninguno de los síntomas comentados; pero la persona comienza a sentir una “angustia” que no consigue explicar de ninguna manera. Para mi es esta angustia un componente fundamental que la que les lleva a consumir sustancias.

 

Mi experiencia

He tenido la fortuna de encontrarme con muchos pacientes con psicosis. Me resulta fácil recordar las caras y las historias de la mayor parte de ellos, así como sonreír cuando recuerdo mi actitud cuando tenía enfrente a estos pacientes.

 Al principio me fascinaban las “realidades inventadas” que podían llegar a narrar estos pacientes. A la vez me  sentía abrumado tratando de acompañar al paciente con psicosis a que descubriera lo ilógico de sus creencias. Tarea agotadora e improductiva como pocas me he encontrado en la consulta.

 Las vidas de estas personas resultan sumamente incapacitantes: dificultades para relacionarse con otras personas, pensamientos imposibles de controlar, conductas extravagantes, conversaciones imposibles de seguir. Adoptando una actitud condescendiente hacia estas personas caracterizada por pensamientos del tipo “¡Qué putada¡” o  ”!Vaya cruz le ha tocado llevar¡”

Desde hace un tiempo lo que más predomina en mi trabajo con estas personas es la admiración: Las veo como personas que les toca llevar una carga enorme y pesada que tratan de llevar de la manera más digna posible.

Una carga que les ha caído, generalmente sin tener ninguna responsabilidad al respecto.

Por encima de psicólogo soy un ser humano. Hay una característica inherentes a estos problemas que a mí me resulta muy llamativo y que, si yo lo padeciera me resultaría muy angustioso: Cuando  describen cómo se encuentran es como si el tiempo se hubiera detenido y su vida apenas hubiera cambiado desde la última vez que nos vimos: las dificultades que refieren, las palabras que utilizan, sus rutinas cotidianas son las mismas.

Esto lo he observado tanto en pacientes  que, por determinadas circunstancias, después de varios años retoman el tratamiento conmigo; como en pacientes que veo desde hace años.

Me viene a la cabeza la película de Bill Murray de “El día de la marmota” donde el protagonista se ve obligado a repetir una y otra vez el mismo día.

Película basada en  el mito griego de Sísifo donde, el infierno para Sísifo consistía en  empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio…

Para mi esta es la auténtica cárcel de padecer una psicosis.

Este artículo está dedicado a todos aquellos pacientes que hacen esfuerzos titánicos para, aunque sea durante un rato, salir de esa cárcel y respirar aire puro.

Para I.Q.M

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2 comentarios

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