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«En mil pedazos»: Una novela sobre adicciones

 

Dos son los pacientes consumidores de drogas que me han hablado favorablemente de este libro y, como yo creo mucho en la sabiduría de mis pacientes, me animé a leerlo encontrándome con un  libro útil y constructivo para cualquier lector.

“En mil pedazos” cuenta la experiencia de su autor, James Frey, que con 23 años sus padres lo llevan a un centro de deshabituación  para tratar de abandonar su adicción a múltiples sustancias. Así, escrito en primera persona, narra todo el proceso desde que ingresa consumiendo todo tipo de sustancias hasta que abandona el centro desintoxicado y rehabilitado.

Frey trata explicar cómo se siente un adicto. Y el objetivo se cumple con creces. El centro de deshabituación al que acude Frey se basa en el programa de Los Doce pasos de Alcohólicos Anónimos (AA). Le metodología de AA, ya sea en los libros editados por ellos como en el funcionamiento de las reuniones, se basa en los testimonios de los propios adictos, ya que ellos parten de que hablar de sus experiencias con las drogas es curativo.

Este libro sigue esa metodología pues tanto Frey, como los compañeros con los que convive en el centro, cuentan la dramática historia de sus vidas durante el proceso de rehabilitación; así Frey convive con los “yonquis” de toda la vida pero también con un juez alcohólico, con un abogado adicto al crack o con un importante capo de la mafia.

 

Qué me ha gustado

Los sentimientos que tiene un adicto están perfectamente descritos en el libro, Frey utiliza un lenguaje coloquial con  descripciones  muy acertadas:

  • La desesperación física provocada por el síndrome de abstinencia
  • La culpa y la vergüenza por los actos cometidos bajo los efectos de las sustancias.
  • La rabia irracional y difícil de controlar que siente el adicto así como los instintos autodestructivos.
  • La tristeza o el dolor de sentirse atrapado

“Un adicto es un adicto. Da igual la raza, el estatus social o económico. Da igual que la adicción sea de drogas, alcohol, crimen, sexo, compras, juegos de azar, comida, televisión o los putos Picapiedra. La vida del adicto es siempre igual. No tiene emoción, no tiene atractivo, no tiene diversión. No hay momentos buenos, no hay alegría, no hay felicidad. No hay futuro y no hay salida. Sólo una obsesión (…)” (Pag. 214)

“(…) Estoy recuperándome (…) El sol se ha levantado y el cielo es azul, azul vació azul claro azul limpio. Me bebería el cielo si pudiera, me lo bebería para celebrarlo y dejaría que se colmara y se hiciera yo. Estoy recuperándome. “ (Pag. 236)

  • Las relaciones que se crean entre los adictos

Un compañero de Frey le cuenta la historia de su vida“ La razón más importante por la que te he contado esta historia es que cuando estés hundido, o creas que no puedes seguir adelante con esta mierda, aguanta, y antes o después, la mierda mejora” (Pag. 235)

Actitudes de los pacientes frente al tratamiento, la camaradería que se crea entre éstos, los enamoramientos entre los pacientes y la tendencia a romper las normas (prohibición de  relaciones sexuales entre pacientes o mantener contacto entre los pacientes fuera del centro) son representativas de lo que realmente ocurre en este tipo de centros.

En una sesión de terapia familiar Frey dice: “Me quedo sentado y  miro a mis padres. La furia está dentro de mi y ha subido y está a punto de estallar. No entiendo por qué ocurre esto, pero cada vez que estoy cerca de ellos ocurre. Ellos intentan quererme, yo les hago daño. Ellos procuran portarse bien y ser razonables, yo me niego a ser razonable y portarme bien. Ellos intentan ayudarme, y a mí me sienta mal que lo hagan (…) Ellos intentan quererme, pero siempre lo joden todo a tope” (Pag. 301-302)   

Frey se muestra crítico con alguno de los “Doce pasos” de AA como la creencia en un ser todopoderoso o la asunción de que ser adicto es ser un enfermo que no tiene ningún control sobre su enfermedad. Frey no trata de estigmatizar a las drogas, insiste en que el problema está en la persona, en este sentido plantea el consumo de drogas como una solución –una mala opción, pero seguramente la única disponible en ese momento- frente a una serie de sentimientos contradictorios difíciles de controlar para la persona adicta.

Comparto la actitud de Frey, cuya esencia es que ser un adicto es una (horrible) experiencia de la que uno puede sacar muchas cosas positivas: autoconocimiento, respetar los límites, etc.

 

Qué aspectos de la novela resultan poco creíbles

Si en la mayor parte del relato los sentimientos del protagonista son absolutamente creíbles, en la última parte del libro esto no ocurre. Frey aprende de las experiencias de sus compañeros,  de los principios de filosofías orientales como el Tao y de las intervenciones de los terapeutas (terapia con los familiares, escribir todos los actos de los que se avergüenza y finalmente hablar con un cura). La manera en que todos estos principios calan en Frey están muy bien descrito, pero el mensaje final de que “sólo con mi fuerza de voluntad es suficiente” es una idea que con frecuencia se da en las personas adictas causante de numerosas recaídas.

 La parte final cuadra más con una película “Made in Hollywood” que con el sentido general de la obra:

¿Quién se cree que los monitores de un centro  se saltarían las normas por honestidad y valentía de uno de los adictos?

¿Qué adicto se cree que por exponerse una vez a la sustancia a la que se es dependiente y no consumirla, es un ejemplo de fortaleza?

 El lector que esté familiarizado con las adicciones a las drogas por los clichés que sobre ellos dicen las películas, series  o reportajes televisivos este libro le ayudará a quitarse prejuicios e ideas preconcebidas.

Para el que está familiarizado con este tipo de personas es un libro que ayuda a ponerse en el lugar de ellos y comprenderlos mejor.

Para el que sea consumidor le ofrecerá esperanzas de poder abandonar el hábito.

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 Frey, James. «En mil pedazos». Editorial Taurus (2004)

 

2 comentarios
  • Me parece muy interesante y me gustaría leerlo completo. Grande eres al hacer ese cambio en tu vida..

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    • Hola Silvia. «Yo adicto» de Javier giner es la versión española de este libro que además es mejor. Saludos

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